viernes, 25 de diciembre de 2015

Nosotros

No éramos Romeo y Julieta, no éramos amores destinados a morir de la mano. No éramos almas gemelas. Éramos fichas de un puzle, puestas juntas por la mano del viento y el agua. Éramos felices, jóvenes, enamorados.

Sus manos cogían las mías para hacerme sentir protegida. Yo le enseñaba la luz del verano y el me enseñaba la belleza del invierno. Le hacía reír para hacerle sentir querido. Nos tropezamos el uno en el otro para ninguno caernos. Nos reíamos de la ignorancia de nuestro alrededor, y abrazamos nuestros años rebeldes adolescentes.

Andamos por la orilla del lago sin darnos cuenta que los vientos estaban a la vuelta de la esquina. Viajamos por las calles de la ciudad sin saber que los fantasmas estaban escondidos en los callejones.

Pero cuando el reloj tocó las cuatro de la madrugada estábamos perdidos en el bosque, habíamos ido tan lejos del camino que la belleza de los árboles se había perdido, y las mariposas se habían convertido en arañas. Habíamos confiado en nuestros ojos para guiarnos, pero estábamos ciegos por la pasión del momento.

No éramos Romeo y Julieta, pero caímos en el amor como ellos, y al final el amor nos rompió.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Aire pacífico

Entre las nubes me siento grande. Entre el azul del cielo y el poder del viento puedo volar hasta mi destino. Me muevo entre las alturas y observo lo pequeños que se ven los problemas desde arriba, y lo grandioso que es el seguir adelante cada vez que sale el sol. El corazón me late en el pecho con fuerza cuando las palmeras se hacen más grandes y el mar se acerca.

Con el pelo suelto, una sonrisa en la cara y un libro en la mano llego hasta la orilla más lejana, aquella a la que pocos van. En esa orilla, respirando el olor a agua salada, me vuelvo a encontrar. A pesar de haber estado perdida en los caminos de la arena, he descubierto rocas preciosas, conchas rotas en las que nadie se fija pero no cortan si se cojen con cuidado, y pequeñas metas que me han ayudado a llegar al mar. Las olas me rugen y me salpican, pero no me asustan. Al contrario, disfruto de cada gota que me rocía la cara; cada una de ellas me da fuerza para aguantar la siguiente tormenta, me transmite la alegría de haber descubierto lo que es el tiempo, ese concepto ambíguo y cambiante que todo dirige y nada delata.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Nociones

Noviembre se me ha acercado sigilosamente. Se ha sentado a mi lado en el banco y se ha puesto a silbar. No me he atrevido a decirle que se fuera, porque su canción me ha gustado. Me he quedado sentada mirando al horizonte, con las manos con un bolígrafo y la cabeza tratando de averiguar cómo es que octubre ya no es el que me acompaña.

He mirado a noviembre con cautela, decidiendo si hablarle y proponerle ir juntos hacia el agua o callarme y salir corriendo hacia el pasado. Su silbido ha aumentado, y ahora es lo único que escucho; ni el viento se eleva sobre su melodía. Le observo mientras veo mis memorias caer con las ojas y los árboles extremecerse con el invierno. Me pregunto si estoy en un sueño y la rapidez del tiempo es solo una alusión en mis noches. No encuentro la respuesta.

Ahora noviembre me está mirando fijamente, con una sonrisa que insinua que no se va a ir de mi lado  y una mirada que dice que va a estar presente cuando el calor del otoño se convierta en el frio del iniverno. Suspiro como respuesta a su mirada, sin saber qué acción tomar frente a sus promesas. Me coge de la mano y nos levantamos juntos del banco. Me guia hasta el borde de la playa, me abraza y me dice que no estoy en un sueño, sino que la realidad vuela delante de mis ojos.

viernes, 30 de octubre de 2015

Hace dos años

Llegamos vestidos con ropa de colores, pintados de rojo como si hubiéramos sangrado, con faldas y capas para disimular la normalidad por tan solo una noche. El local ya está lleno de caras familiares escondidas detrás del maquillaje; reconozco conversaciones a mi alrededor mientras la música se hace cada vez más presente en ese pequeño lugar  y el olor a tabaco se funde entre la gente. Veo todas las miradas menos la tuya, aunque a penas la conocía. Siguen las palabras sin sentido y las fotos destinadas a los álbumes. Me muevo entre la pequeña multitud y al fin apareces ante mis ojos, radiante, injustamente elegante vestido para la fiesta que se celebra. Y yo con los lazos en el pelo me pongo más roja que la nariz que debería llevar. Hablamos, como si el tiempo fuera inifito.

La melodía se para y salimos corriendo al aire de otoño, sin rumbo, deseando que las estrellas nos guíen. La luna me ayuda a disimular las mariposas flotando en el estómago y esas ganas inocentes de quedarme sentada a tu lado en una roca y dejar que el tiempo se caiga al asfalto.

Llega medianoche, esa hora que todo lo cuenta, esos números en el reloj que indican que el amanecer de una nueva historia está a punto de llegar. Es como un cuento, tú eres el caballero vestido de blanco y con pajarita que le quita el frío a la chica que se ha quedado sin palabras.

Y, en un momento, sin ser conscientes de ello, el 1 de noviembre es el primer capítulo en nuestro libro de amor. El callejón queda marcado con nuestro beso desconocido y nuestras mejillas por el aire que nos rodea.

Acaba la noche de pesadillas con un sueño que acaba de comenzar y con dos corazones con un nuevo latido.

jueves, 22 de octubre de 2015

Sentada en el por qué

Sentada en la mesa y con las manos en la cabeza no puede decidir qué le duele más: el corazón reparando las cicatrices o la cabeza dando vueltas y vueltas a las palabras de "Ya nada volverá a ser como antes".

Sus piernas tiemblan, porque ha tenido que correr a casa para no caerse en la nieve y disolverse en un eterno rencor. Sus ojos están cerrados, para no ver la carta arrugada que su conciencia no ha dejado de leer. La carta que tiene las palabras por las que un día ella había guiado su vida marcadas en negro "Todo pasa por una razón". Ahora las maldice y las intenta borrar con el vaho que se forma con el frio invierno. "¿Si todo pasa por una razón, por qué estoy aquí y no allí? ¿Por qué no puedo pasar página? ¿Por qué no dejo que alguien vea el marrón de mis ojos y me digan que son bonitos?" Sus ojos, los culpables de este tornado. Su mirada es la causante de sus penas, la que decidió dar un paso adelante cuando la cuerda de inseguridad la sujetaba. Si sus ojos hubieran visto la cuerda, la hubieran parado, la hubieran gritado y dicho que lo único que la acechaba era un error, que el "sí" que le escaparon sus labios era falso, aunque su mente lo proclamaba verdadero. Ese "sí" hizo daño, un daño que su conciencia no había visto venir, pero que ahora es lo único que existe en el fondo de sus noches.


Sus labios tiemblan, asustados de las palabras que acaban de decir, tristes porque saben que ya nada va a ser igual, que por mucho que sonrían, pretendan o platiquen, el lazo que había entre el otoño y el invierno no volverá a ser atado igual de fuerte.


Curando las heridas que la distancia ha creado, su corazón la pide perdón. Perdón por no saber cómo quitar los ladrillos, perdón por no aguantar y explotar. Sentada en la mesa y con las manos en la cabeza, lo único que puede hacer es decirle a su querido corazón que no hay nada que perdonar, que sabía lo que ha venido y lo que vendrá.

jueves, 8 de octubre de 2015

Espejo

Hablando con el espejo, me dije que nunca más buscaría las flores entre las espinas. Observando mis ojos, prometí a mi mirada no ver finales felices donde no los hay. Mirando mis labios rosados, formulé las palabras "la felicidad no se busca." Y viendo mis hombros moverse al respirar, suspiré en alto "ella aparece cuando todo está perdido y el cielo está gris."

Giré la cabeza y miré por la ventana; el cielo no estaba gris, sino rosa. Me acercé al borde de madera y olí el otoño en el viento. Apoyé mi cuello en el borde del marco de la ventana y vi las ojas caer. Todo cae, incluso las personas. Pero como las hojas de octubre, las personas caen y están rodeadas de colores, que poco a poco se mezclan con los días y se convierten en el precioso mantel que cubre las mañanas.


El cielo rosado estaba oscureciendo, pero no me daba miedo enfrentarme a la noche. Cerré los ojos y escuché los sonidos del pequeño barrio en medio de la ciudad. Con cada pisada, ladrido y rueda que sonaba junto al viento, me adrentré en una monotonía llena de simpleza. Mi mente se fue de la esquina con el espejo y se llegó a el final de aquel libro que no acaba con campanas y besos, si no con la realización que la vida se mueve con precisión, y nos da felicidad y tristeza a la vez, para regalarlos el don de caernos y levantarnos.

lunes, 28 de septiembre de 2015

El secreto del tiempo

A veces entre el café del lunes y la cerveza del viernes, me paro en el tiempo y respiro el tic toc del reloj que parece no saltarse un segundo. Entre los sorbos agrios sonrío a la mañana fría del fin del verano y camino entre los pilares de mi nuevo hogar. Con la cafeína de la mañana me despierto del sueño de la tranquilidad y me adentro al mar de la viveza y urgencia constante. Mis pies de madrugada me desplazan por el césped rociado de soledad entre amigos y pasión entre las simplezas. Mis manos intranquilas me ayudan con la rutina dinámica y mis ojos me introducen a la vida adulta.

Entre los sorbos fríos del fin de semana canto entre extraños con caras felices. Con la claridad de la noche me olvido de pensar y me dejo llevar por las consecuencias. Mis pies de medianoche no quieren parar de moverse entre diferentes rosas en las calles y granos en la arena. Mis manos intranquilas me llevan por las rocas de lo desconocido y mis ojos me animan a pensar en el ahora y no el sol del día siguiente

A veces entre el café del domingo y la cerveza el sábado, miro al calendario y le doy las gracias por dejarme aprovechar cada momento con miles de emociones corriendo a mi lado.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Cicatriz

Son las tres de la madrugada y aún escucho tu nombre. Mirando la pared sin color tu sonrisa traspasa mi noche en vela mientras mi mayor deseo es dormir y olvidarme de los meses desolados sin tu roce en mi cintura.

Los diablos de las doce todavía no se han ido, siguen ahí, escondidos entre las cicatrices del agosto. Me hablan con poemas que relatan lo que podría haber sido pero fue arrancado de mi mano. Me gritan palabras esparcidas sobre el viaje eterno. Me miran con ojos profundos, llenos de satisfacción al ver mi nostalgia.

Son las cuatro de la madrugada y aún respiro tus te quiero, aunque llevo meses sin escucharlos. No sé qué es peor, si pretender que la cuerda no existe o volver a empezar.

martes, 18 de agosto de 2015

Creencias en el tiempo

Intento no mirar el calendario, pero mis ojos me traicionan y observan el camino de aquel tren en un día lluvioso. La fecha se burla de mí, cambiando un número entre los últimos y riéndose mientras mi corazón revive la cicatriz que un agosto dejó. A la par con mis memorias volviendo a aquella estación, mis manos tiemblan por no poder evitar tocar aquel billete de tren, el cual me condujo lejos de la primera sonrisa que calentó mi corazón. Susurro que el destino me llevó a donde quiso, sin tener en cuenta mis prioridades. Grito que el maldito me hizo estar en una tormenta impasible durante meses, y que todavía a veces llueven lágrimas de mi corazón roto. 

Intento acariciar mi diario y decirle que ahora vuelvo a sonreír. Pero sus entradas escritas por mi mano me comentan que como el primer amor no hay ninguno y que mi cuerpo lo echará de menos siempre. Sé que tiene razón, parte de mis escrituras siempre serán de aquella historia que acabó un 18 de agosto, y las estrellas de mi cuarto serán las que me digan que parte de la felicidad reside entre las montañas, pero que de vez en cuando vuela y me vuelve a encontrar.

jueves, 13 de agosto de 2015

Viajando junto al viento

En el coche, con el viento entrando por la ventana y la ciudad llamada "casa" detrás de pensamientos, fui adelante mano a mano con la incertidumbre y bonita soledad. Vi maravillas del mundo vestidas con agua y rugidos; rugí junto a ellas para sentir el poder de ser grande. Dormí debajo de las estrellas junto al césped y corazones que latían con la misma sangre impaciente. Miré al fuego con certeza y escribí mis historias en hojas caídas a mis lados.

Conduje lejos de lo conocido y me adentré en ciudades canadienses y barrios decorados por el habla francesa y el té de colores. Canadá sorprendió con tranquilidad y ríos que hablaban de experiencias diferentes en tierras  nuevas. Caminé entre las calles de Ottawa, las cuales sonaban a alegría de inocentes y pasión de ingenuos. Corrí entre los tejados verdes y dejé mi ansiedad por los planes imperfectos en las piedras del rio nórdico. Subí hasta la mezcla entre Europa y América y llegué a Montreal, la cual bailó conmigo hasta que las pinturas de las galerías se convirtieron en realidad. Moví los pies al ritmo que la ciudad me enseñaba y las caderas a la melodía que la noche susurraba entre estrellas y edificios irlandeses. El baile acabó con una nueva canción imprenta en mi mente. 

El coche me guio hasta rincones en la memoria y comidas entre los bosques llenas de risas y amistades esperadas. Soñé con la ciudad que nunca duerme y cuando desperté estaba inmersa en ella. Descubrí la fascinación por la presteza de caminar entre tienda y recoveco y entendí el porqué de la maravilla de un parque entre los edificios más grandiosos de Nueva York. Adiviné el acertijo que las calles proponían y fui capaz de averiguar cómo pasar entre persona y persona y vivir sus historias. El puente de Brooklyn fue mi compañero cuando el sol estaba en el techo de los edificios, y la Estatua de la Libertad se escondió de mis ojos cuando quise admirar su belleza histórica. Viví historias entre mares de diversidad y lamenté cuando la aventura declaró su final.

miércoles, 22 de julio de 2015

18 de julio

Las luces se apagaron y mi corazón se encendió. El compás empezó con un ritmo suave, provocando que la letra saltara más alto. Los gritos empezaron cuando tus ojos azules se hicieron presentes en el centro del estadio y las manos volaron cuando las primeras palabras de la canción se metieron entre la gente.

Estaba maravillada, agradeciendo mi suerte por llevarme hasta ver tu preciosa sonrisa cuando viste tus sueños hechos realidad. Miraste a los cincuenta y cinco mil pares de ojos mirándote de vuelta y te diste cuenta que todos se habían reunido contigo para ver sus sueños hechos realidad también.

Estaba asustada de no poder capturar cada segundo en mi memoria. Memoricé la forma en la que tu voz subía y bajaba a la misma vez que tus bailarines movían sus pies acorde con tu humor. Las canciones crecieron, como lo hizo mi emoción de escuchar mi vida puesta en palabras en un concierto.

Estaba enamorada de las estrellas que decidieron verme convertida en la mejor versión de mi misma junto a ti. Cantaron junto a lo nuevo y cuando lo viejo apareció, la luna fue la guía; cogiste la guitarra y exploraste la línea del tiempo.

Estaba llorando, dándome cuenta que habías estado a mi lado cuando nadie más lo había estado y que tus palabras estarían tatuadas en mi piel en los días buenos y los malos. Y en esos días malos, tu melodía estaría allí para salvarme, como lo hizo esa noche del 18 de julio.

Estaba inspirada por tu determinación de hacernos felices y queridos. Bailé junto a lo rápido y balanceé junto a lo lento mientras tu voz angélica envolvía a la audiencia en alegría.

Estaba limpia de todas mis preocupaciones en mi cabeza después de meses de estar capturada en mi propia mente. Tu piano resucitó mi autoestima y me aseguró no volverla a dejarla al fondo. La vieja canción country me recordó el pasado y me ayudó a ver las fotografías en una luz renovada.

Estaba agradecida por tenerte como mi luz. Te amo, Taylor.

viernes, 17 de julio de 2015

Si pudiera

El calor de verano se me pega a la piel, la libertad de los últimos días de junio penetra mi mente, y las palabras deseando escapar se derriten en mi boca. Intento marcar lo que siento en las páginas de mi nueva vida, pero el miedo de no sorprender me evita el seguir con el bolígrafo en la mano. La historia remetida entre las sábanas de la ficción no quiere levantarse y vestirse de tinta. Solo quiere quedarse metida en la cama, sin ser nada pero tampoco sin ser olvidada. La grito que salga, que aparezca por mi puerta y me inspire a empezar mis sueños, pero parece estar sorda. El calor de verano pegado a mi piel no me ayuda a insistir.

Quiero estar en el centro del campo, no mirando desde el banquillo como mis sueños pierden contra la desilusión. Me siento incapaz de ser lo suficientemente buena como para conseguir el trofeo y ver a personas sujetando hojas con mi nombre. Me encuentro perdida entre querer contar relatos y desaparecer completamente de la escritura. La última opción me asusta, porque significaría dejarme llevar por lo establecido y no creer en mi misma. Sé que tengo tener valor y una mente abierta para llegar a mi punto fuerte.

El sonido del tiempo sin horas me distrae y me evita concentrarme en lo realmente importante. Pantallas, historias de amor irreales y tonterías se convierten en mis mañanas y la vagueza se convierte en mis tardes. La rutina de la novedad me congela y nunca me deja estar sentada prestándole atención a mi imaginación.

domingo, 5 de julio de 2015

4 de julio

Un deja vú. Tres pares de ojos corriendo en el agua en el cuarto del mes. El reloj en el olvido y el calor acechándose en la noche. Parece ser que nada ha cambiado, que los adolescentes son los mismos y el mes que comienza contará la misma historia. Pero no es así. Ahora el calendario marca la otra fecha y la playa no está desierta.

Los pies blancos se adelantan al agua, seguidos por los dos morenos. Sus cuerpos salpican en el agua mientras la luna les saluda con un color rojo. Se caen al lago y se levantan cuando la tranquilidad desaparece. Las cervezas les esperan junto al deseo de ser jóvenes para siempre. Con la ropa mojada pegada al cuerpo brindan por el presente y mirando al futuro se abrazan.

Los jóvenes andan hasta que el camino se desvanece y atrapan la noche entre bailes y caídas. Ellos ríen sin parar y ella sonríe, dándose cuenta de lo preciado que es el soporte de un par de personas. El cuatro de julio brilla en sus mejillas rojizas cuando saltan por las calles de la ciudad del viento.

Sus miedos se desvanecen y su valentía se acerca con las hojas de los árboles. Se dejan llevar y sin darse  cuenta están quietos, pensando en qué aventura hacerse presente.


Celebran la independencia, pero no la de América, sino la suya contra el destino.

miércoles, 3 de junio de 2015

No somos nuestros

Nos vimos como extraños en un jardín lleno de rosas. Nuestras miradas bailaron con el color de la primavera mientras nuestras manos rozaban las espinas. Arrancaste una rosa y me la diste mientras tus labios susurraban la pregunta de mi nombre. Nunca conseguiste la respuesta, porque las espinas de tu flor se me hundieron en los dedos y me puse a correr.

Nos encotramos frente al agua del anochecer. El sol que caia llorando nos observó mientras hablabamos sin palabras y nuestros sentiemientos acariciaban la arena. Tire una piedra al agua para distraer el pasado hasta el fondo del eterno oceano. Nunca me tocaste la cara para quitarme el frio de las ocho, porque tus pies se habian hundido en la arena junto a las cartas de aquel adios.


Nos cruzamos entre la multitud de la ciudad. Te observé mientras mirabas la hora y me giré antes de poder ver el tiempo perdido pensando en ti en tu reloj. Seguí hacia la acera contraria, como hice esa mañana sin nubes. Pero esta vez no me seguiste para convencerme que las siguientes veces que llamarías a mi puerta sería sin lluvia.


Nos deseamos cuando el calendario se acabó y caimos rotos a lados opuestos del campo.

jueves, 28 de mayo de 2015

No era pero fui

No creía en cuchilladas a la espalda, hasta que me convertí en la navaja. Nunca pensé que estaba rota, hasta que uno de los trozos desiguales me dejo una marca en la piel. Pensé que los ladrillos de la pared ya eran simples vallas de madera, no tres metros de cemento. 

Yo suponía que la incertidumbre ya no rondaba a mi lado, si no que había cogido el tren hacia el otro lado del lago. Pero no, seguía a mi lado. Vino una mañana y se disolvió en mi café, confundiéndome los sentimientos y desorganizando mis prioridades. Me prohibió gestos o cambiar de rumbo. Se convirtió en mi mayor enemiga a la vez que mi excusa. El café inundado en ella ahora no sabe a promesas compartidas o a tardes de películas entre la oscuridad, si no al frio que se acumula en las manos cuando no hay sol y a tardes en el suelo deseando encontrar una respuesta firme.

No creía en los fantasmas, hasta que cogieron cobijo debajo de mi almohada y no me dejaron dormir con los ojos cerrados. Nunca pensé que las fotos dolerían tanto, hasta que una de las esquinas de mi fotografía favorita se dobló y lloré sobre ella.

lunes, 25 de mayo de 2015

25 de mayo

Me desperté junto a la luna y escuche las canciones de la noche. Mis pies saltaron de la cama a las dos de la mañana y mi cuerpo se dejó llevar por el insomnio. Salí a la terraza con el bolígrafo en la mano y en las hojas pintadas por la lluvia escribí mi relato. Sonreí mientras las palabras quedaban tatuadas en las ramas para siempre, mostrando el fin de un principio. Pasé una noche en vela entre velas que se apagaron cuando mi mente se encendió.

El sol entro por mi ventana a las ocho y mi corazón empezó a latir con antelación. El té me supo a recuerdos disueltos en confusión entre la realidad y la imaginación. Me senté en las nubes mañaneras, las cuales me dejaron permanecer en su paraíso hasta que se puso a llover. Llovieron besos, risas, bienvenidas, enhorabuenas, catástrofes y tropieces. Llovió hasta que me empape con felicidad, pero solo llovió a un lado de la pantalla.

Entre dulces y salados, volví a la rutina. Intenté meterme en el agua pero estaba me congelé antes de sentir el lago a mis pies. El frio de las olas me subió hasta el pecho, donde se acomodó hasta que el viento de primavera se lo llevó. Cuando el frio se fue, llego un calor que pensaba que ya no aparecería por mi lado. Este calor me sofocó hasta deshidratarme y me arropó hasta quedarme dormida con sus nanas. 

Me desperté junto a una estrella, que me levantó de mi nostalgia y me guio al futuro. Juntas, nos reímos en la hierba y contemplamos lo que pueden cambiar las fichas de una luna a otra.

miércoles, 6 de mayo de 2015

La opción no es gris

No me puedo obligar a hacerlo, sé que pase lo que pase acabará siendo un error, pero no le doy la espalda completamente.

Todo está en mi mente, todo el arrepentimiento de las acciones que todavía no han ocurrido. ¿Por qué tendría yo que pasar mis noche en un nudo de sin saber? ¿A qué parte del mundo tengo que ir si cualquier dirección que tome va a acabar siendo la equivocada?

Supongo que podrías decir que es tan simple como blanco y negro. Pero el negro me abruma cuando me baño en él. Su capacidad de sentirme sola será transferida a mi mente, no me dejará sentir nada más. Y el blanco es cegador, su luz sin color es punzante, hecha de sentimientos de remordimiento. No es tan fácil.

lunes, 13 de abril de 2015

Trece

La primera palabra me afecta como agua fría por la mañana pero la segunda me calma como el calor del sol al abrir la ventana. Subo la radio a la vez que mis manos empiezan a moverse. Se mueven sobre una vieja fotografía marcada por dos pares de ojos marrones y un lazo que se ha retorcido tantas veces que ni las tijeras más fuertes del tiempo conseguirán romperlo. Mientras la cabeza se me llena de momentos, mis dedos se excitan y se ponen a describir la flor en mi pared. La flor en mi pared es roja, fuerte y brotó con determinación el día que las maletas pasaron por la puerta. No es una flor desconocida, no. Esta flor brota en cualquier lugar que mis labios denomina casa. Llora cuando lloro, canta cuando mi melodía se ha acabado, sonríe cuando estoy feliz y, ante todo, permanece sol tras luna.

El lápiz se desliza por el papel mientras mi mente vuela a manos juntas en aire y dos corazones vestidos de negro latían a la vez. Todavía vibran mis cuerdas vocales de aquella noche de euforia y promesas que se formaron con las notas de la guitarra. Mi mano se sigue moviendo cuando mi memoria escala hasta esos paseos entre los árboles y las estrellas, con un futuro entrelazado por delante y similitudes imparables por detrás. Me acuerdo cuanto agradecí a la luna esa noche: gracias por regalarme la flor más auténtica que existe en la pradera, gracias por haberme elegido a mí para ser su compañera, gracias por las letras de la canción que nos marcaron el mismo paso al brotar, gracias por su apoyo, gracias por sus colores y sobre todo, gracias por iluminar nuestros caminos para que acabaran siendo uno solo.

La melodía de nuestra canción sigue subiendo por las paredes y forma el nombre de la mejor parte de mí: Lucía.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Un paso más

Las pisadas de la noche se acercan, con un respiro profundo avocado por mis polmunes con cada paso. El sonido de la puerta abriéndose penetra mis odios y escucho como la otra puerta por la que acabo de entrar a esta habitación laberinto se cierra con un portazo que resuena en mis dedos. Estoy a ciegas, mis manos me guían acariciando las paredes, las que de vez en cuando  me malciden con un clavo torcido que deja marca en mi piel. Todas las marcas perecerán, lo sé, pero no dejaré que paren mi camino hasta alcanzar la puerta en la penumbre oscuridad. E incluso cuando haya atravesado el portal, sin saber lo que hay al otro lado, no pararé.

Mis respiros cada vez se hacen más prominentes en el largo pasillo y mis pies se casan de andar, quejándose del sin parar. Pero no paro, la reccompensa me lo evita. Ésta me transmite nueva esperanza con cada latido, fundiendo en mis venas el deseo de ver el sol sin preocupaciones. El sol que me llenará la visión de calor, empujando la ansiedad fuera de mi vista.
Mis manos por fin sienten el viejo pomo rozar las escamas de los dedos.

domingo, 25 de enero de 2015

Traidores

Pensaba que mis palabras venían del rosa de las flores.
Pensaba que el olor a café me sugería las letras.
Pensaba que las olas en la arena eran mi cuaderno,
Tan equivocada estaba.

Mis palabras caminan entre el gris de las nubes,
y se trasladan con el viento helado hasta llegar a mi mano.
Las letras no quieren el calor de la mañana,
sino la soledad y apatía de la noche, 
El cemento entre el callejón no está solo,
mi cuaderno cae en él de vez en cuando,
dispuesto a ser encontrado por mis ojos
y acariciado por mis poemas.

Pensaba que mis suspiros acariciaban mi rostro,
no lo escamaban.
Pensaba que la luna estaba de mi parte,
no de parte de mis sueños.
Pensaba que mis dedos me dejaban libre,
no me enjaulaban en un sí o no constante.
Tan equivocada estaba.

Supongo que son mis pensamientos
los que menos están de mi parte.

lunes, 19 de enero de 2015

Libertad desiorientada

Lo primero que escucho es el crack del cielo, como un trueno que rompe en la noche. Mi corazón no lo nota, pero mis ojos se han vuelto hacia arriba. Y no se creen lo que están viendo.

Observan como las nubes se caen, pero no junto a la lluvia, en esta tarde de invierno se desploman hacia el suelo, dejando un negro infinito detrás de ellas. Miento si digo que no tengo miedo, porque mis manos se han quedado quietas mientras mi mente me grita que corra, escondiéndome debajo del primero techo para no ver la oscuridad. Cuando mis pies reaccionan me doy cuenta que no tengo a donde ir, estoy en miedo del hielo y la niebla que acompaña a las nubes decaídas me ha aprisionado.

Estoy sola, ya que las nubes no me protegen de lo eterno, lo incalculable, lo inesperado. Estoy atrapada, entre la perdición en un desierto blanco y la confusión de mi soledad, Estoy asustada, sin saber cuánto tiempo aguantare sin luz. Estoy descubierta, sin un techo dispuesto a cubrirme.

Cuando la monotonía parece ser la única presente a mi lado, aparece una estrella solitaria en el cielo. La estrella dorada empieza a cantar y reúne a sus compañeras. Las estrofas de su melodía dicen que el cielo se ha caído porque ya no lo necesito, porque ya puedo andar siendo mi propia guía en el camino. No necesito ver a donde voy, sino solo deslizarme con la niebla, confiando en el rumbo que mis pies siguen.


Lo último que escucho es mi corazón latir al ritmo de la música.

sábado, 17 de enero de 2015

Cayendo al fuego

El fin es inevitable y todos los árboles que los rodean lo saben. Reúnen las conversaciones en sus ramas, esperando que el invierno las vuelva frías y las derrita como memorias en la nieve. Las risas y las promesas están esperando ser rotas por el calor del sol de verano, quien está desesperanzado rogando volver a nacer. Él está esperando andar de la mano con la fecha final de este lazo. Se reirá de su ignorancia y de la pretensión de ella de ser parte de un paisaje del que ya ha sido cortado por su propia mente.

El chico y la chica saben lo que pasará, saltarán a la luz de primavera y se ahogarán. Estarán al fondo del lago, preguntándose por qué y cómo. Subirán a la superficie, muy lejos el uno del otro, por fin respirando percepción.

Ella cogerá las flores y les dirá qué confusa estaba, qué mal colocadas estaban sus mariposas. Él le gritará a los pájaros y les explicará como ella hacía el invierno parecer más blanco y como ella hablaba palabras que ella misma no creía. ¨¡Mentirosa!¨ gritará el cielo junto a él, haciendo que una sola lágrima se derrame por su mejilla. Una lágrima hecha de perdón y angustia por lo que fueron una vez. Una lágrima brillando distracción y error. Una lágrima que dirá ¨Te lo dije, estúpida.¨