miércoles, 2 de septiembre de 2015

Cicatriz

Son las tres de la madrugada y aún escucho tu nombre. Mirando la pared sin color tu sonrisa traspasa mi noche en vela mientras mi mayor deseo es dormir y olvidarme de los meses desolados sin tu roce en mi cintura.

Los diablos de las doce todavía no se han ido, siguen ahí, escondidos entre las cicatrices del agosto. Me hablan con poemas que relatan lo que podría haber sido pero fue arrancado de mi mano. Me gritan palabras esparcidas sobre el viaje eterno. Me miran con ojos profundos, llenos de satisfacción al ver mi nostalgia.

Son las cuatro de la madrugada y aún respiro tus te quiero, aunque llevo meses sin escucharlos. No sé qué es peor, si pretender que la cuerda no existe o volver a empezar.