martes, 12 de julio de 2016

Reencuentro

El primer día los recuerdos se metieron entre las conversaciones. Removieron la complicidad y buscaron rincones entre las bebidas y los bailes. Las chispas no se atrevieron a saltar, para no alterar el camino de las estrellas. Ellas vigilaron la noche y dejaron escapar a la felicidad, la cual se pegó a las miradas y durmió con el amanecer.

El segundo día se vistió de azul, para no olvidar la nostalgia que la distancia una vez creó. Entre palabra y palabra se perdieron los abrazos y la familiaridad fue apareciendo en el lugar del miedo.

El tercer día el sol les permitió volver a ser los mismos. Las sonrisas de siempre saltaron entre los árboles y los recuerdos salieron de su escondite y decidieron ser los invitados de honor en el parque. Las horas pasaron lentamente, dejando que el amor inocente recorriera las calles del pasado.

El cuarto día vino con la luna. El diario del primer amor se abrió y continuó escribiendo páginas. Con risas y deseos, los besos aparecieron y dibujaron un corazón entre las calles y las matas de los árboles. El corazón era rojo, lleno de pasión por lo pasado y de esperanza del presente. Por una noche, el momento dejó vivir lo bonito y acarició a los jóvenes.