sábado, 17 de enero de 2015

Cayendo al fuego

El fin es inevitable y todos los árboles que los rodean lo saben. Reúnen las conversaciones en sus ramas, esperando que el invierno las vuelva frías y las derrita como memorias en la nieve. Las risas y las promesas están esperando ser rotas por el calor del sol de verano, quien está desesperanzado rogando volver a nacer. Él está esperando andar de la mano con la fecha final de este lazo. Se reirá de su ignorancia y de la pretensión de ella de ser parte de un paisaje del que ya ha sido cortado por su propia mente.

El chico y la chica saben lo que pasará, saltarán a la luz de primavera y se ahogarán. Estarán al fondo del lago, preguntándose por qué y cómo. Subirán a la superficie, muy lejos el uno del otro, por fin respirando percepción.

Ella cogerá las flores y les dirá qué confusa estaba, qué mal colocadas estaban sus mariposas. Él le gritará a los pájaros y les explicará como ella hacía el invierno parecer más blanco y como ella hablaba palabras que ella misma no creía. ¨¡Mentirosa!¨ gritará el cielo junto a él, haciendo que una sola lágrima se derrame por su mejilla. Una lágrima hecha de perdón y angustia por lo que fueron una vez. Una lágrima brillando distracción y error. Una lágrima que dirá ¨Te lo dije, estúpida.¨