El fin es
inevitable y todos los árboles que los rodean lo saben. Reúnen las
conversaciones en sus ramas, esperando que el invierno las vuelva frías y las
derrita como memorias en la nieve. Las risas y las promesas están esperando ser
rotas por el calor del sol de verano, quien está desesperanzado rogando volver
a nacer. Él está esperando andar de la mano con la fecha final de este lazo. Se
reirá de su ignorancia y de la pretensión de ella de ser parte de un paisaje
del que ya ha sido cortado por su propia mente.
El chico y la chica
saben lo que pasará, saltarán a la luz de primavera y se ahogarán. Estarán al
fondo del lago, preguntándose por qué y cómo. Subirán a la superficie, muy
lejos el uno del otro, por fin respirando percepción.
Ella cogerá las flores y les dirá qué
confusa estaba, qué mal colocadas estaban sus mariposas. Él le gritará a los
pájaros y les explicará como ella hacía el invierno parecer más blanco y como
ella hablaba palabras que ella misma no creía. ¨¡Mentirosa!¨ gritará el cielo
junto a él, haciendo que una sola lágrima se derrame por su mejilla. Una
lágrima hecha de perdón y angustia por lo que fueron una vez. Una lágrima
brillando distracción y error. Una lágrima que dirá ¨Te lo dije, estúpida.¨