martes, 1 de noviembre de 2016

Tercer viento

Su tercer suspiro se mezcla con el viento de Chicago, yendo entre la gente en la ciudad. Se sienta frente al lago, con la cara sonrojada y las manos frias. Observa como las olas van y vienen, al igual que sus recuerdos. Pero ellos se quedan, ellos no vuelven a ser parte del agua, sino parte de ella, parte de la historia que su corazón está escribiendo.

Saca su cuaderno, lleno de fotos en blanco y negro, y escribe sobre el viento frio del trece, el inocente pensamiento del primer amor, el tiempo que separa los buenos buenos momentos, la distancia entre el sol del lago y la luna de la montaña.

Pasa la página del cuaderno, y con una sonirsa en la cara, sigue escribiendo su historia. Sus palabras hablan del momento entre un fin y un principio en el calendario. Ese momento sigue presente en sus ojos, cuando mira hacia el horizonte y piensa en ir hacia el oeste, pasado el océano, hasta esa pequeña calle entre las montañas.

Cierra el cuaderno y corre por la arena. Deja que sus pisadas permanezcan en el suelo y decide no mirar a las nubes grises. Corriendo, sigue hacia adelante, pero en su mano lleva una llave. Esa llave va con ella a todos lados, para recordarla que el tiempo pasa, que las semanas se convierten en meses y los meses años. Y los años sólo importan si los sentimientos se han perdido.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Echándote de menos

Te echo de menos.
No como en las películas tristes mirando a la lluvia y llorando desconsoladamente.
Sino en el día a día.
Cuando ando por la calle y veo manos entrelazadas.
Cuando me voy a dormir y mis buenas noches son tus buenos días.
Cuando leo alguna frase que te recité.
Cuando el viento me roza y no estás tú para arroparme.

Te echo de menos en las pequeñas cosas y en los grandes momentos.
Te echo de menos como en los libros, con simpleza y una nostalgia agridulce.
Te echo de menos con mis palabras.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

6 de septiembre

Entre los árboles y los coches, ella andaba pensando en la vida, sin una ruta en la mente. Sus pies la guiaban hacia la arena, donde el silencio de la noche la esperaba. Con el viento caliente en la cara y música en sus oídos, siguió dando pasos hacia adelante. Llego hasta donde las olas caen y con ellas se cayó su miedo. Metió los pies en el agua y el dulce frío le revolvió las dudas y se las llevó con la marea. En el trance de las estrellas, salpicó el agua y su risa llegó a mover las pocas nubes que había en el cielo. Desnudándose del presente y de su ropa, se adentró hasta la oscuridad del lago, donde la única presente era ella. Se dejó caer y el agua la arropó, haciéndola sentir entera, encontrada, afortunada. Esa noche en el lago, saliendo del agua, se sintió entendida por la vida otra vez.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Un verano eterno

Recuerdo aquel día cuando el sol brilló como nunca. Los rayos se metieron entre las hojas de los árboles e iluminaron todo el parque de felicidad. Todavía puedo sentir el calor en mis venas y tu suspiro en mi mejilla. Estábamos solos con el silencio. Las horas pasaron lentamente, dejándonos disfrutar de esa mañana de agosto que nunca se escapará de nuestras memorias. En mi bolsillo sigue la llave que me diste, con la que me prometiste que me volverías a ver.

Recuerdo aquella noche junto a las estrellas. Mi corazón sigue pensando en tus labios junto a los míos y tus manos rodeándome la cintura. Estábamos enganchados al presente y a las letras de esa canción que escucho cada noche antes de soñar con tus ojos. Me acuerdo de llorar de la risa con tus tonterías y de saber que el verano no se separaría de nosotros cuando el otoño llegara. En tu mejilla sigue el beso rojo que te di, con el que prometí que te volvería a ver.

Recuerdo aquellos momentos entre los paseos y las miradas. Tu sonrisa era un oasis en los días calurosos en la sierra de Madrid. Estábamos perdidos en el pasado y el futuro, sin importarnos lo que pasara cuando las nubes me secuestraran. Todavía suspiro las palabras que dijimos sin miedo y las veces que entre los nuestros bromeáramos sobre el cambio del tiempo. En nuestros cuerpos siguen los pasos de baile, con los que prometimos dejar al destino seguir su curso.

Recuerdo aquel verano como si fuera ayer.

martes, 12 de julio de 2016

Reencuentro

El primer día los recuerdos se metieron entre las conversaciones. Removieron la complicidad y buscaron rincones entre las bebidas y los bailes. Las chispas no se atrevieron a saltar, para no alterar el camino de las estrellas. Ellas vigilaron la noche y dejaron escapar a la felicidad, la cual se pegó a las miradas y durmió con el amanecer.

El segundo día se vistió de azul, para no olvidar la nostalgia que la distancia una vez creó. Entre palabra y palabra se perdieron los abrazos y la familiaridad fue apareciendo en el lugar del miedo.

El tercer día el sol les permitió volver a ser los mismos. Las sonrisas de siempre saltaron entre los árboles y los recuerdos salieron de su escondite y decidieron ser los invitados de honor en el parque. Las horas pasaron lentamente, dejando que el amor inocente recorriera las calles del pasado.

El cuarto día vino con la luna. El diario del primer amor se abrió y continuó escribiendo páginas. Con risas y deseos, los besos aparecieron y dibujaron un corazón entre las calles y las matas de los árboles. El corazón era rojo, lleno de pasión por lo pasado y de esperanza del presente. Por una noche, el momento dejó vivir lo bonito y acarició a los jóvenes.

viernes, 13 de mayo de 2016

Azul

Me perdí en el mar y no tenía café. El sol intentó despertarme, pero el sonido de las olas me llevó a soñar junto a las sirenas. Busqué la isla desierta, pero las nubes fueron las únicas que se dignaron a aparecer. El azul que me rodeaba me ponía los pelos de punta y hacía que el corazón me latiera al ritmo del mar.

El barco en el que estaba se desvió de camino y me llevó al otro lado del océano, donde los pájaros no volaban y los peces me ayudan a saltar hasta llegar a ver los deseos del mañana. No supe controlar el timón y me inudé en el mar de nuevas esperanzas. Perdí la respiración cuando las sirenas se me aparecieron de frente y mis ojos vieron un eterno azul capri.

jueves, 28 de abril de 2016

Tormenta

Siento no poder llevar tu carga. Siento haber dejado de luchar cuando me necesitabas. Tu mente brilla como el sol, mientras la mía todavía está empezando a apreciar la poca luz que entra por la ventana. Tus días son montañas rusas y yo le tengo miedo a las alturas. Cuando estamos en lo más alto de la atracción, yo estoy mirando abajo deseando que pies toquen el suelo. Mi mente desea volar entre las nubes contigo, pero mi corazón tiene miedo a perderse.

Siento no poder amarte lo suficiente. Siento haber dejado de correr cuando estabas cerca de la meta. Tus ojos son como la luna, pero los míos todavía se están acostumbrando a mirar las estrellas. Tus noches son huracanes y yo le tengo miedo al viento. Cuando estás en el centro de la tormenta, yo estoy deseando que el sol aparezca detrás de las montañas. Mi mente desea volar entre las nubes contigo, pero mi corazón tiene miedo a perderse.

Lo siento por mí.

Viento de primavera

Estoy cabreada, no sé si conmigo misma por seguir yendo adelante, o con el mundo por no mandar las señales adecuadas. Puedo hacer todas las listas que quiera, mirar las estrellas, o estar noches dando vueltas en la cama, pero no podré cambiar mis sentimientos y mi intuición; esa puta intuición que cada día va por un camino. En algún momento la línea empezará a curvarse y la indecisión será lo único que habrá entre mis ojos.

Estoy rota. Soy un espejo que se ha mirado demasiado y ha pensando en los momentos oscuros nublando los iluminados. Mis trozos de cristal son irregulares, indispuestos a ponerse de acuerdo en un estado de ánimo. No sé como repararme sola, o con tu ayuda. Tu mano a veces quita los filos de los trozos, pero otras veces los afila y los lleva a estar más separados.

Estoy cansada. Mis ojos se caen cuando miran hacia el horizonte y mi deseo de ver un nuevo amanecer se esfuma entre el viento helado.

lunes, 28 de marzo de 2016

Solo un sueño

Soñé que os conocíais, mi pasado y mi futuro. Yo era el presente y ataba el lazo entre mis dos vidas. Sudaba cuando os distanciabais, porque el lazo se volvía tieso y mis manos no conseguían atarlo. Yo miraba atrás y veía al pasado corriendo hacia las montañas, intentando romper la unión entre el ayer y el hoy. Yo miraba delante y veía al futuro saltando hacia el lago, yendo demasiado rápido como para poder seguir su ritmo.

Soñé con el sol y la luna, la luz y la oscuridad. La luz me abrazaba con calor y me iluminaba el camino hacia la felicidad. La oscuridad me mostraba la belleza de las estrellas y me guiaba hacia mis deseos más profundos. Entre el día y la noche no había un antes y un después, sino un atardecer. Los naranjas del cielo me acogían y los azules del agua me empujaban hacia el querer sin compromisos.

Soñé que no me caía, soñé que reía todos los días, soñé que el presente era mi único acompañante.

jueves, 25 de febrero de 2016

Ojalá

Ojalá fuera tan simple, retar al propio destino y clavarle la espada en el estómago. Estamos sujetos con una cuerda que no nos decidimos a cortar porque no sabemos qué hacer sin ella. Ojala creyéramos en los días infinitos y en el calor de los domingos, que no solo nos arrastran al lunes, sino que nos permiten pasar momentos en silencio.

Ojalá no estuviéramos sujetos al pasado ni charlando con el mañana. El calendario podría ver a los días corriendo junto a la lluvia, en vez de tirados en sofá mirando al suelo sucio. Ojalá existiera la complicidad entre la mente y el corazón, esos dos órganos que en vez de ayudar a los días, les mete en un laberinto. Ojalá los cambios fueran acorde con el tiempo, en vez de rotos en la cama por la noche intentando escribir poemas.

sábado, 9 de enero de 2016

El sol de Los Ángeles

Salió el sol y la vi salir a ella. La chica morena y con ojos claros parecía perdida; su andar la delataba como turista buscando la belleza en la ciudad de la conmoción. La seguí entre las calles desorganizadas, mientras ella observaba los colores que una vez había usado para pintar la imagen de su hogar. Con su cabello largo y los zapatos viejos, se paró en la fuente en el medio de la plaza. La ví respirar el aire caliente, y reír cuando la música llegó a sus oídos. Junto al agua cristalina, y personas desconocidas, estuvo sentada durante horas. Parecía estar esperando a que la memoria la llevara lejos de la perdición. A las doce del mediodía la vi levantarse del banco de bronce. Su cara se iluminó. Sonrió como si hubiera descubierto su sonrisa por primera vez. Miré hacía la dirección de su sonrisa y vi tres pares de ojos que la sonreían de vuelta. El mayor abrazo entre las cuatro chicas jóvenes ocurrió en medio de aquella plaza.

El cielo azul fue testigo del rencuentro de amistades eternas. Junto a las almas conocidas, la chica morena ya no se mostraba perdida, sino radiante, con el sol dándole en la cara como aquellas largas horas pasadas en el césped hace años. Riendo entre memorias, las jóvenes volvieron a ser las mismas que cuando se separaron y, gracias al cambio en la ciudad de ángeles, prometieron seguir haciendo tonterías entre las tiendas y bailar cuando la distancia y el tiempo las volviera a separar.

Observé a la chica morena de ojos claros hasta que el sol se fue. Reí a la distancia cuando la vi cantar sin importarle los años, y lamenté la ausencia de días eternos cuando la vi correr entre los libros hasta llegar a leer el diario de los años pasados. Sus compañeras, todas brillantes junto a las estrellas, le enseñaron la letra de la canción que ella no había escuchado, y al final del día formaron la canción que durará otros ocho años.

domingo, 3 de enero de 2016

Junto a las olas

Mientras miro el mar, veo como las olas se llevan un año lleno  de memorias, En la arena están escritos los meses, y poco a poco la marea los borra, dejando espacio para los siguientes números del calendario.

Enero está escrito con una letra rápida, descuidada. Marcá el principio de unos meses perdidos, confusos entre el corazón y la mente, el querer y el poder, el pasado y el futuro. Las olas se llevan enero con despreocupacíón.

Febrero es más legible, monstrando la rutina, la nieve helada, y la fortaleza de la amistad. Pero este mes se va con tristeza, también relatando los deseos perdidos y las oportunidades decaidas.

Marzo está escrito con elegancia, sabiendo que fue importante en dejar una marca en el futuro para siempre. Esperanzas hicieron que marzo fuera escrito junto al sol, pero puertas cerradas hacen las olas se lo lleven hasta el fondo del océano.

Abril se ve en dos idiomas, monstrando la desesperación por saber qué dirección tomar junto a mi vida. En español y el inglés confunden, y hacen que las olas se muevan como se me movió a mi el camino en aquellos días eternos.

Mayo está escrito con dorado y rojo. Sus letras no quieren ser borradas de la orilla, ya que sus mejores momentos hicieron que el año pudiera ser escrito. Mayo relata los cuentos de puestas de sol en el lago azul, metas conseguidas, y amistades eternas.

Junio es reluciente, brillante y grande. Junto a junio están escritos un final esperado y nostálgico, y un principio con corazones y un amor persistente. 

Julio está escrito junta a letras de música, por haber sido cantado, brevemente pero con fuerza y pasión. A julio las olas lo borran cantando.

La letra de agosto es delicada, maracando aventuras llenas de colores. Este mes habla de los tesoros de la vida: los cafés de ciudades desconocidas, el rugido del viento a viajar, el andar por calles tranquilas, la dulzura de un amor de opuestos, el principio de un nuevo capítulo y el primer paso como adulta.

Una vez que las olas se han llevado agosto, se ven septiembre, octubre y noviembre escritos juntos, los cuales fueron impresionados por la rapidez de las semanas y el caos de una vida organizada. Subieron, bajaron, sonrieron, conocieron, quieron, se enamoraron, cantaron, bailaron y corrieron. Las olas se los llevan juntos.

Diciembre se ve escrito a la perfección, dispuesto a acabar el año con memorias permanentes e ilusiones para el futuro. Diciembre vibra junto al mar, sabiendo que lo vivido junto a él nunca será olvidado. Las olas vacilan antes de borrarlo, marcando el final de los doce meses que cambiaron el ritmo de las olas.

El año ha corrido como el agua, ha subido y bajado como la marea, ha visto amaneceres y atarcederes con agua dulce y agua salada. Mi año se ha movido, me ha hecho vivir con los pies frios y el corazón caliente.