Estoy cabreada, no sé si conmigo misma por seguir yendo adelante, o con el mundo por no mandar las señales adecuadas. Puedo hacer todas las listas que quiera, mirar las estrellas, o estar noches dando vueltas en la cama, pero no podré cambiar mis sentimientos y mi intuición; esa puta intuición que cada día va por un camino. En algún momento la línea empezará a curvarse y la indecisión será lo único que habrá entre mis ojos.
Estoy rota. Soy un espejo que se ha mirado demasiado y ha pensando en los momentos oscuros nublando los iluminados. Mis trozos de cristal son irregulares, indispuestos a ponerse de acuerdo en un estado de ánimo. No sé como repararme sola, o con tu ayuda. Tu mano a veces quita los filos de los trozos, pero otras veces los afila y los lleva a estar más separados.
Estoy cansada. Mis ojos se caen cuando miran hacia el horizonte y mi deseo de ver un nuevo amanecer se esfuma entre el viento helado.