jueves, 25 de febrero de 2016

Ojalá

Ojalá fuera tan simple, retar al propio destino y clavarle la espada en el estómago. Estamos sujetos con una cuerda que no nos decidimos a cortar porque no sabemos qué hacer sin ella. Ojala creyéramos en los días infinitos y en el calor de los domingos, que no solo nos arrastran al lunes, sino que nos permiten pasar momentos en silencio.

Ojalá no estuviéramos sujetos al pasado ni charlando con el mañana. El calendario podría ver a los días corriendo junto a la lluvia, en vez de tirados en sofá mirando al suelo sucio. Ojalá existiera la complicidad entre la mente y el corazón, esos dos órganos que en vez de ayudar a los días, les mete en un laberinto. Ojalá los cambios fueran acorde con el tiempo, en vez de rotos en la cama por la noche intentando escribir poemas.