No hay opción. Estoy estancada
entre echarte de menos y pensar que todavía sigues a mi lado. Mi corazón se
está rompiendo, pedazo a pedazo, mientras recuerdo nuestro último adiós. Ese
pequeño beso que fue tan grande, porque decía tanto, todas las palabras que no
habíamos dicho en voz alta estaban allí, en el aire y luego sujetándose a
nosotros.
Otra parte de mí se cae al suelo, con la forma de un recuerdo; esa estación de tren que los dos conocíamos tan bien, sentados en la escalera con mi cabeza en tu hombro intentando mantener las lágrimas dentro. Pero no pude.
La peor parte es pensar en los sis. Si no me hubiera tenido que ir seguirías siendo mío. Si me hubiera quedado como prometí no habría hecho falta contar los días, hubieran estado extendidos como un camino de piedra delante de nosotros. Si el destino hubiera pensado diferente acerca de ello, el verano hubiera contado otra historia.
Ahora lo único que puedo hacer es pensar en tus ojos mirándome con esa tristeza navegando en ellos. Tristeza y añoranza que tendré presente a donde vaya.