Constantemente sueño con abrir mi ventana y sentir el sol
naranja subir entre los edificios translucientes. Sueño con vivir en un décimo
tercer piso, donde la suerte existe solo para aquellos que la quieren
encontrar. Sueño con la vida de ciudad, la gente corriendo con destinos
opuestos pero compartiendo metas. Sueño con una llama que se ilumina de repente
y me lleva exactamente a donde mi corazón quiere ir, porque todavía no se lo ha
contado a mi mente. Esa llama me ayudará a esquivar todas las rojas y evitar
los errores por estas calles.
Sueño con gente que no he conocido, manos que no he acariciado, pasos que nunca he bailado, palabras que no he escrito pero están ahí, en alguna parte de mí, esperando ser derramadas como un vaso de agua, rompiendo con impacto, haciendo ruido y extendiéndose mojando todo lo que hay alrededor.
En estos sueños siempre está sonando la música perfecta,
subiendo como adrenalina con cada palabra, también hay tiempo para pensar en
las similitudes que conectan posibilidades y riesgos cuando hay una oportunidad
esperando a ser tomada.
Hay paz…
Pero entonces,
Me despierto.