La distancia es relativa, eso es lo
que dicen, es lo que quieren hacerme creer. Pero conozco la verdad. La
distancia es un vacío, es un hoyo lleno de oscuridad que es medido en
kilómetros cuando en verdad debería ser medido en latidos.
Bum. Todas las caras que reconozco juntas otra vez y yo aquí sentada en una esquina solitaria. Nadie se da cuenta, pero la herida se abre.
Bum. Nuestra canción suena en la radio, esa que nos tenía a todos con las manos arriba y con las caderas sin parar. Bajo el volumen porque ahora no tengo nadie con quien bailar. La grieta se hace más grande.
Bum. Una foto abrazándonos,
ese abrazo en grupo en un país extranjero, se cae del álbum casi queriendo
hacerme sangrar más rápido.
Bum. Releo viejas
conversaciones que duraban horas planeando tardes que acababan con nosotros
tirados en el suelo riendo y deseo ser la que llegaba pronto a todos lados y
tenía que esperar con el aire frío de la montaña alrededor otra vez.
Mis pies ya no me pueden sostener y me dejan caer.
Bum. Encuentro un bolígrafo
viejo en mi bolsa, el que escribía todos los secretos, sonrisas, ideas y
momentos en esa clase. Lo tiro mientras las gotas caen con el.
Bum. Una escena de esa
película que actuamos está en la tele, me veo a mi misma en el personaje y veo
las risas, los bailes, las melodías sin ritmo, los graciosos disfraces en los
colores de la película. Grito mientras me rompo en dos mitades.
Bum. Huelo el aroma de nuestra
libertad, gozo y alegría. Tardes infinitas en el parque hablando de nuestros
futuros. Mis brazos me arropan para intentar evitar que los trozos se rompan
aun más.
Ya no late, ha parado y siento desolación.
La distancia me ha abrumado y me ha robado la parte más importante de mi ser;
no parece dispuesta a devolverla.