miércoles, 8 de octubre de 2014

4 de octubre

Fue espontáneo, un coche conducido por el poder de las letras y ojos abiertos gracias al café. Los tres corazones latieron en unión, deseando esconder el siempre del momento en el reloj. Viajaron, como pájaros después de un largo invierno, entre el azul y plata de la ciudad. Hicieron el camino suyo; solo era ellos y los enredos de la ciudad siendo desenmarañados por la música

Fue impecable, andar por la calles a medianoche, dejar que su infancia se les fuera de las manos. El agua les hizo ver que los momentos simples son los que importan, salpicaron y rieron, dejando que el peso de sus hombros se quedara en la fuente translúcida. Soñaron sobre escalar la ciudad, estar en la cima y saltar sin alas, simplemente para sentir la adrenalina latir en sus cuerpos.

Fue compasivo. La protegieron con velocidad y secretos no revelados. Él la agarró de la mano para subirle los ánimos, haciendo que lo roto pareciera reparado. Desafiaron lo establecido, sin tener cuidado antes de hablar. Prometieron hacer y no pensar, dejando que el tiempo se les llevara.

Fue único, una noche que nunca dejará sus memorias. Las estrellas miraron a los chicos y la chica con celos por haber convertido una noche simple de otoño en una experiencia extraordinaria, una noche que solo hablaba de de misterios. Los tres adolescentes coincidieron, creando una amistad nacida del humo, humo que entrelazaba diferentes rincones del mundo convirtiéndose en uno. La luna fue el testigo de un eterno estribillo.