jueves, 28 de mayo de 2015

No era pero fui

No creía en cuchilladas a la espalda, hasta que me convertí en la navaja. Nunca pensé que estaba rota, hasta que uno de los trozos desiguales me dejo una marca en la piel. Pensé que los ladrillos de la pared ya eran simples vallas de madera, no tres metros de cemento. 

Yo suponía que la incertidumbre ya no rondaba a mi lado, si no que había cogido el tren hacia el otro lado del lago. Pero no, seguía a mi lado. Vino una mañana y se disolvió en mi café, confundiéndome los sentimientos y desorganizando mis prioridades. Me prohibió gestos o cambiar de rumbo. Se convirtió en mi mayor enemiga a la vez que mi excusa. El café inundado en ella ahora no sabe a promesas compartidas o a tardes de películas entre la oscuridad, si no al frio que se acumula en las manos cuando no hay sol y a tardes en el suelo deseando encontrar una respuesta firme.

No creía en los fantasmas, hasta que cogieron cobijo debajo de mi almohada y no me dejaron dormir con los ojos cerrados. Nunca pensé que las fotos dolerían tanto, hasta que una de las esquinas de mi fotografía favorita se dobló y lloré sobre ella.

lunes, 25 de mayo de 2015

25 de mayo

Me desperté junto a la luna y escuche las canciones de la noche. Mis pies saltaron de la cama a las dos de la mañana y mi cuerpo se dejó llevar por el insomnio. Salí a la terraza con el bolígrafo en la mano y en las hojas pintadas por la lluvia escribí mi relato. Sonreí mientras las palabras quedaban tatuadas en las ramas para siempre, mostrando el fin de un principio. Pasé una noche en vela entre velas que se apagaron cuando mi mente se encendió.

El sol entro por mi ventana a las ocho y mi corazón empezó a latir con antelación. El té me supo a recuerdos disueltos en confusión entre la realidad y la imaginación. Me senté en las nubes mañaneras, las cuales me dejaron permanecer en su paraíso hasta que se puso a llover. Llovieron besos, risas, bienvenidas, enhorabuenas, catástrofes y tropieces. Llovió hasta que me empape con felicidad, pero solo llovió a un lado de la pantalla.

Entre dulces y salados, volví a la rutina. Intenté meterme en el agua pero estaba me congelé antes de sentir el lago a mis pies. El frio de las olas me subió hasta el pecho, donde se acomodó hasta que el viento de primavera se lo llevó. Cuando el frio se fue, llego un calor que pensaba que ya no aparecería por mi lado. Este calor me sofocó hasta deshidratarme y me arropó hasta quedarme dormida con sus nanas. 

Me desperté junto a una estrella, que me levantó de mi nostalgia y me guio al futuro. Juntas, nos reímos en la hierba y contemplamos lo que pueden cambiar las fichas de una luna a otra.

miércoles, 6 de mayo de 2015

La opción no es gris

No me puedo obligar a hacerlo, sé que pase lo que pase acabará siendo un error, pero no le doy la espalda completamente.

Todo está en mi mente, todo el arrepentimiento de las acciones que todavía no han ocurrido. ¿Por qué tendría yo que pasar mis noche en un nudo de sin saber? ¿A qué parte del mundo tengo que ir si cualquier dirección que tome va a acabar siendo la equivocada?

Supongo que podrías decir que es tan simple como blanco y negro. Pero el negro me abruma cuando me baño en él. Su capacidad de sentirme sola será transferida a mi mente, no me dejará sentir nada más. Y el blanco es cegador, su luz sin color es punzante, hecha de sentimientos de remordimiento. No es tan fácil.