Fue algo simple, el beso del primer amor,
como la primera gota que queda rodeada por el arco iris.
Fue inesperado, dos desconocidos de ojos marrones
tropezándose con las miradas.
Fue en las noche de las pesadillas,
en la que comenzó un sueño de doscientos días.
Junto a las estrellas y lazos amarillos,
aparecieron un sombrero y una pajarita vestidos de negro.
como la primera gota que queda rodeada por el arco iris.
Fue inesperado, dos desconocidos de ojos marrones
tropezándose con las miradas.
Fue en las noche de las pesadillas,
en la que comenzó un sueño de doscientos días.
Junto a las estrellas y lazos amarillos,
aparecieron un sombrero y una pajarita vestidos de negro.
En aquella medianoche, con los fantasmas de centinelas,
dos corazones latieron de un modo distinto.
En manos del destino, se unieron dos adolescentes
sin ser conscientes de que estaban siendo tatuados.
Fue permanente, ese uno de de noviembre
sentados en una roca rodeados de un aroma nuevo.
Fue precioso, el amanecer de una nueva historia
relatada en un libro de colores
que permanecerá en la estantería.
Lo ojearán de vez en cuando,
sin jamás olvidar los recuerdos escritos en él.