miércoles, 29 de octubre de 2014

Futuro

Había escuchado su nombre; historias sobre sus duras pisadas y batallas rechazadas. Nunca había aceptado realmente que vendría a por mí; esperaba quedarme escondida en el parque para siempre, sin preocuparme por sus andaduras o víctimas. Ellos decían que no entiende de piedad o paciencia, siempre llevando a cabo su objetivo. Yo no me lo creía.

Hasta que, un día, vino a por mí.

Entro como un huracán sin aviso, destrozando la puerta y poniendo los muebles patas arriba. Apagó las luces y me dejó en la oscuridad. No me he visto a mi misma desde ese día. Me quitó mi ciega libertad, sin dejar que me quedara atada más tiempo. Me hizo querer correr, huir hacía el bosque, donde otra persona tenía la antorcha que guiaba. Me enseñó a enfrentarme a mis miedos, pero nunca quiso mostrarme como enfrentarme a su presencia. Serpenteó hasta el fondo de mi mente, siempre teniendo un dicho en mis palabras, retorciéndolas hasta que ya no podía hablar. Me hizo elegir. Se hizo permanente en mis días, y su tatuaje hincado en mi piel. El tatuaje dice su nombre, una palabra compuesta de seis letras y colores ansiosos. "Futuro" lee mi brazo.

viernes, 10 de octubre de 2014

De la mano del tiempo

Me encontré en la esquina con las hojas cayendo a mi alrededor, fundiéndose en un verde esperanza deseando ser tomado por alguien.

Me encontré con el cielo gris esperando la llegada la tarde para vestirse de naranja y bailar junto al fuego.

Me encontré con los pies descalzos, confusos por pisar octubre.

Me encontré con el aire maquillando mi cara de rojo ayudado por el frío.

Me encontré cara a cara con alguien que pensaba haber olvidado. El otoño me mira con incertidumbre, esperándome. Pone su mano delante de la mía, invitándome a dejar el calor del verano atrás, a empezar a cambiar. Confusa, mi mano empieza a acercarse a la suya, dudando si está dispuesta a dejar que una nueva estación la guíe. Oigo un suspiro que me habla de promesas que se cumplirán y me dejo llevar.

El extraño, de nombre otoño, me recita poemas sobre cambios, me relata poesías sobre mañanas bañadas en color cobre. Dejo que los poemas me lleven a ser diferente, a acoger el frio con dulzura, a ponerme bufandas escondidas en el fondo del armario. Los versos me ayudan a acordarme del otoño, de los cuentos que fueron escritos junto a él y de lo bonito que es despertar a su lado.

Ahora, me encuentro en la esquina bailando al ritmo de una nueva estación.

miércoles, 8 de octubre de 2014

4 de octubre

Fue espontáneo, un coche conducido por el poder de las letras y ojos abiertos gracias al café. Los tres corazones latieron en unión, deseando esconder el siempre del momento en el reloj. Viajaron, como pájaros después de un largo invierno, entre el azul y plata de la ciudad. Hicieron el camino suyo; solo era ellos y los enredos de la ciudad siendo desenmarañados por la música

Fue impecable, andar por la calles a medianoche, dejar que su infancia se les fuera de las manos. El agua les hizo ver que los momentos simples son los que importan, salpicaron y rieron, dejando que el peso de sus hombros se quedara en la fuente translúcida. Soñaron sobre escalar la ciudad, estar en la cima y saltar sin alas, simplemente para sentir la adrenalina latir en sus cuerpos.

Fue compasivo. La protegieron con velocidad y secretos no revelados. Él la agarró de la mano para subirle los ánimos, haciendo que lo roto pareciera reparado. Desafiaron lo establecido, sin tener cuidado antes de hablar. Prometieron hacer y no pensar, dejando que el tiempo se les llevara.

Fue único, una noche que nunca dejará sus memorias. Las estrellas miraron a los chicos y la chica con celos por haber convertido una noche simple de otoño en una experiencia extraordinaria, una noche que solo hablaba de de misterios. Los tres adolescentes coincidieron, creando una amistad nacida del humo, humo que entrelazaba diferentes rincones del mundo convirtiéndose en uno. La luna fue el testigo de un eterno estribillo.