lunes, 23 de enero de 2017

El bosque

Me acuerdo de aquella noche de invierno. El viento estaba silbando la canción de la película de terror que rondaba en mi cabeza. Mis ojos estaban abiertos, intentando descifrar el significado de la sombra en el techo. Pero no lo conseguían. A fuera de las cuatro paredes de mi habitación el silbido crecía al acariciar los árboles. Las imágenes azules de la película crecían en intensidad junto al silbido, cada vez teniendo más presencia en mis pensamientos.

Recuerdo dar vueltas entre las sábanas cuando la imagen del bosque apareció entre las otras. Intenté encontrar una posición en la cama que me hiciera sentir a salvo. Pero la chica andando perdida entre los árboles, chillando por no encontrar su camino, hizo que cada parte de mi cuerpo sintiera frío y que mi cama se asimilara a las rocas entre el barro de aquella escena. Cerré los ojos y me tape los oídos con la intención de bloquear los horrores. El viento pareció saber mis deseos y los contradijo. Con el poder de su canción, hizo que el cristal en la ventana traqueteara y la ansiedad en mi pecho creciera.

En mi mente, andaba por el bosque junto a la chica, me sentaba a su lado cuando sus piernas cedían y chillaba cuando ella gritaba que no quería soledad. Yo miraba a nuestro alrededor buscando algo con que poder ayudarla a encontrar el calor. Pero solo me sentía más fría con cada segundo, y sentía las lágrimas correr por mis mejillas. Mi cabeza, pegada a una almohada mojada, me evitaba pensar en la luz del día siguiente, solo me dejaba adentrarme en la soledad de la película. Consiguió hacerme caer. Abrí los ojos y la sombra en el techo estaba pegada a mi cara. No pude chillar, ya que el silbido del viento me quitó la voz.

El bosque, la oscuridad y la chica ya no eran parte de una película, sino de mis memorias de aquellos días viviendo en la soledad.