jueves, 28 de abril de 2016

Tormenta

Siento no poder llevar tu carga. Siento haber dejado de luchar cuando me necesitabas. Tu mente brilla como el sol, mientras la mía todavía está empezando a apreciar la poca luz que entra por la ventana. Tus días son montañas rusas y yo le tengo miedo a las alturas. Cuando estamos en lo más alto de la atracción, yo estoy mirando abajo deseando que pies toquen el suelo. Mi mente desea volar entre las nubes contigo, pero mi corazón tiene miedo a perderse.

Siento no poder amarte lo suficiente. Siento haber dejado de correr cuando estabas cerca de la meta. Tus ojos son como la luna, pero los míos todavía se están acostumbrando a mirar las estrellas. Tus noches son huracanes y yo le tengo miedo al viento. Cuando estás en el centro de la tormenta, yo estoy deseando que el sol aparezca detrás de las montañas. Mi mente desea volar entre las nubes contigo, pero mi corazón tiene miedo a perderse.

Lo siento por mí.

Viento de primavera

Estoy cabreada, no sé si conmigo misma por seguir yendo adelante, o con el mundo por no mandar las señales adecuadas. Puedo hacer todas las listas que quiera, mirar las estrellas, o estar noches dando vueltas en la cama, pero no podré cambiar mis sentimientos y mi intuición; esa puta intuición que cada día va por un camino. En algún momento la línea empezará a curvarse y la indecisión será lo único que habrá entre mis ojos.

Estoy rota. Soy un espejo que se ha mirado demasiado y ha pensando en los momentos oscuros nublando los iluminados. Mis trozos de cristal son irregulares, indispuestos a ponerse de acuerdo en un estado de ánimo. No sé como repararme sola, o con tu ayuda. Tu mano a veces quita los filos de los trozos, pero otras veces los afila y los lleva a estar más separados.

Estoy cansada. Mis ojos se caen cuando miran hacia el horizonte y mi deseo de ver un nuevo amanecer se esfuma entre el viento helado.